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Fútbol Profesional • 27 septiembre 2020

El trabajo invisible de un oficio familiar

Los Mazzina, Rubén y Federico, son dos de los utileros del plantel profesional que trabajan día a día para que no falte nada. Pocho le inculcó el oficio a su hijo, en una historia más que confirma el sentimiento de Familia que cobija a la institución. "Al club voy contento todos los días, nací para esto, para ser utilero", firmó el padre
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En el club, en el Country, en UNO, hay trabajos invisibles pero fundamentales. Uno de ellos comprende a los utileros, que día a día, en la intimidad de los rincones del club, ejercen un oficio que requiere pasión y sentimiento, y sobre todo mucha dedicación. La historia de Rubén y Federico abraza estas pulsiones, en una aventura que se escribe diariamente, con una familia de pura cepa pincha.

Aunque su DNI marca Rubén Mazzina, en la comunidad albirroja es Pocho, y es uno de los utileros del plantel profesional. A donde va el Pincha, va la utilería, y sus toneladas de indumentaria y accesorios para que nada quede librado al azar. "En enero se cumplieron 23 años desde que estoy. Siempre escuché que Estudiantes era una familia y lo comprobé cuando estuve adentro, para sentirse parte y que así te lo hagan sentir. Te das cuenta con el tiempo que es así, porque cuando necesitás algo siempre están, y te dan una mano. Al final vas copiando todo lo que te van enseñando", resumió el hombre que ya lleva una vida dentro de la institución.

LA FAMILIA Y UN ADN QUE SE HEREDA

Esta historia nace a fines de los años noventa, pisando el inicio del nuevo milenio. "Desde 1989 hasta 1997 trabajé en Banfield, pero gracias a Patricio Hernández y José Luis Brown llego a Estudiantes, gracias a ellos yo vengo al club. Siempre fui utilero".

Antes de cruzar por primera vez las puertas del Country, Pocho había tenido una muestra del sentimiento Pincha. "Hasta el momento en que empiezo a trabajar en el club recordaba cuando a Estudiantes jugando el Nacional B le tocó visitar la cancha de Banfield, lo fui a ver y me quedé impactado con la gente que había en la tribuna". 

En la familia, Pocho trasladó su moción de trabajar todos los días a su hijo, Federico, que dejó la tribuna para adentrarse en la utilería. "Desde chico voy al club, había confianza con el plantel y hace un par de años se necesitaba alguien más, y ahí entro yo, en 2017. Después de unos meses empecé y acá estoy, es mucho más fácil trabajar con mi viejo, me va indicando y me ayuda; trabajar con él y con Roly es buenísimo, todos los días se aprende algo nuevo", señaló Federico.

En un club de puertas abiertas siempre hay lugar para nuevos integrantes, y Federico mamó esos valores, del padre y de la institución, para aportar desde su lugar. "Soy hincha de Estudiantes, estar dentro del club es hermoso, espero poder estar siempre. Antes de ser utilero, en la semana iba al Country y los fines de semana alentaba desde" la tribuna".

PERFIL BAJO, DEDICACIÓN Y SENTIMIENTO

La historia de Pocho en el club empezó hace más de 20 años, pero el oficio surgió en sus primeros pasos de la juventud, para luego entender el contexto, el lugar y el respeto que conlleva.

"Empecé a trabajar a los 16 años y ya desde chico aprendés cual es tu rol y tu función. Yo soy el utilero y trabajo de eso, nunca me sentí jugador ni dirigente, nada más que utilero; sé lo que tengo que hacer. No me gusta confrontar, eso quizás me llevó a perder amistades, no tengo redes sociales por eso, porque no me gusta tener problemas. Los consejos que me dieron siempre era que pase desapercibido, que no se den cuenta que estoy en el club. Hago mi trabajo, comparto con todos y para mi eso es el deber cumplido", afirmó, con la humildad que lo caracteriza.

Con una vasta experiencia, el padre de los Mazzina afirma que "no hay una escuela de utileros, esto se aprende día a día".  De pocas pero justas palabras, Pocho agregó: "Siempre me manejé de la misma manera y no me metí en lo que no era mío, porque creo que es lo correcto. Con el tiempo armamos una logística de trabajo con Roly y Fede, y antes con Marcos, ya sabemos cada uno lo que tiene que hacer".

Trabajar en un predio soñado es el anhelo de cualquier hincha de Estudiantes, y los utileros lo aprovechan desde su lugar. "Disfruto el trabajo todos los días, somos privilegiados porque prácticamente trabajamos en el campo de juego, ayudando a armar y desarmar, y juntando el material. Estamos atentos a que no falte nada, se disfruta trabajar al aire libre", expuso.

DE PADRE A HIJO, EN EL MISMO OFICIO

Como se mencionó, Federico se incoporó a la utilería hace tres años, marcando a fuego el apellido Mazzina en la historia de Estudiantes. Para Pocho, trabajar con su hijo "es gratificante porque uno aprende, prueba y ve como son las cosas. Me gusta porque es atento, en él me veo a mí hace muchos años. Tenemos la suerte de poder hacer el trabajo juntos, en ese sentido lo puedo guiar. Estudiantes siempre pudo armar buenos grupos, por el club pasa gente simple y humilde, son sencillos".

UNA VIDA CON LOS MISMOS COLORES

De generación en generación, por los ojos de Rubén Mazzina pasaron consagrados directores técnicos, del calibre de Carlos Bilardo, Alejandro Sabella o Diego Simeone, entre otros. Con innumerables historias y anécdotas y una fidelidad inquebrantable, Pocho augura una vida en el club, sin meditar por un segundo un lugar mejor para trabajar.

"Por algo se dan las cosas, siempre pensé que mi lugar era éste. Cuando llegué al club me dijeron de hacer un contrato por un año, y yo pedí que me hagan efectivo porque me iba a jubilar en Estudiantes, esa fue toda la charla que tuve. Al club voy contento todos los días, no tengo problemas en ir un sábado, un domingo, feriado o en mi cumpleaños, nací para esto, para ser utilero", finalizó.

 

 

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